domingo, 16 de agosto de 2009

Gustavo Adolfo Becquer y Francisco de Quevedo


No digaís que agotado su tesoro...
No digaís que, agotado su tesoro
de asuntos falta, enmudeció la lira:
Podrá no haber poetas, pero siempre
habrá poesía.

Mientras las ondas de la luz, al beso,
palpiten encendidas;
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista;

mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías;
mientras haya en el mundo primavera,
habrá poesía.

Mientras la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista;

mientras la humanidad, siempre avanzando,
no sepa a dó camina;
mientras haya un misterio para el hombre,
habrá poesía.

Mientras sintamos que se alegra el alma
sin que los labios rían;
mientras se llore sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;

mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanzas y recuerdos,
habrá poesía.

Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran;
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira;

mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas;
mientras exista una mujer hermosa
habrá poesía.

Gustavo Adolfo Becquer


Es hielo abrasador, es fuego helado,
Es herida que duele y no se siente,
Es un soñado bien, un mal presente,
Es un breve descanso muy cansado.

Es un descuido que nos da cuidado,
Un cobarde con nombre de valiente,
Un andar solitario entre la gente,
Un amar solamente al ser amado.

Es una libertad encarcelada,
Que cura hasta el postrero parasismo;
Enfermdad que crece si es curada.

Éste es el niño Amor, éste es su abismo,
¡Mirad cuál amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

Francisco de Quevedo

No hay comentarios: