lunes, 6 de julio de 2009

Lujuria


Implacable pasión.... desesperada entrega de dos cuerpos furiosos que nada le deben a la vida pues nada obtienen de ella. Tan sólo existe el éxtasis de la desesperación y el ardor de los pensamientos: corren, gritan, golpean con furia las profundas ideas de su soledad conjunta...


El orgasmo del que sabe que pronto ha de irse, el temor de que esto no acabe nunca. ¿Acaso no es el placer tan efímero y tan infinito a la vez? Un segundo convertido en una vida, el temblor de tu cuerpo amparado bajo el brillo ancestral de la carne...


Lujuria.


Oasis secreto abierto a todos, vedado a los que no lo buscan. ¡No queda más! Como una brillante lumbrera que alcanza su máximo fulgor para después perecer lentamente... así el placer te abandona dejando tus miembros inertes, el cuerpo con la impronta de la pasión, el corazón desbocado e infinitamente agradecido.


Y entonces sólo queda tomar una decisión: ¿aceptar que todo acabó o renacer de entre tu propio mutismo, liberándote de la miseria del no sentir


Soy carne, soy fuego, mujer que quema... soy lujuria