lunes, 6 de diciembre de 2010

Recordando viejos ejercicios

Oda A Mi Chupón…

Con tu redondeado mango de plástico
Y tu capuchón de goma relleno de miel,
Gratos momentos pasamos,
Tu siempre a mi lado como un amigo fiel…




O.k, creo que exageré ja ja ja. ¿Pero acaso no es cierto? ¡¡Claro que si!!

Con mi chupón pasé muchos momentos gratos, y también pasé momentos tristes… me acompañó en muchos berrinches y en fiestas, me acompañó en tristezas y a la hora de la siesta, sin duda estuvo conmigo.

Nunca se quejó de mí ni me regañó, al contrario, fue partícipe de mis aventuras, como cuando hice mi primer claudazo en la pared con un poco de labial rojo y barniz de uñas anaranjado… ja ja ja qué buena pintura era…

Me acompañó cuando nació mi hermano, y fue mi confidente cuando me ponía celosa y me regañaban por hacer un berrinche.

Tuve muchos chupones pero siempre me agradó más mi chupón azul con mielecita adentro: tan suave, tan adecuado. Lamentablemente llega un momento en el que tienes que crecer y arrancan de tu lado al bienaventurado amigo. Tal pareciera que arrancan un pedazo de ti: ¡todavía no!, todavía soy niña chiquita… ¡mi chupón!

Es curioso, a pesar de que por un rato lo extrañé poco a poco fui dejando de necesitarlo, ya casi no pensaba en él, me entretenía con mis juguetes y con mis hermanos. Simplemente lo dejé. Y ahora, justo ahora que me hacen recordarlo, me doy cuenta del gran significado que tuvo para mí en mi primera infancia. Ahora lo aprecio más que en aquellas épocas porque aunque ya no lo necesito siempre voy a recordar lo que por un momento creí olvidado: la sensación de bienestar que me daba, la seguridad que me brindaba. Quizá porque fue un gran abrigo en mi infancia.

GRACIAS AMIGO CHUPÓN, ¡GRACIAS MI POIN!

ATTE:

Claudia